miércoles, 19 de marzo de 2014

TRABAJO Y ORACIÓN

 ·      Oración antes de empezar el día o el trabajo: Mira tu miseria, después pídele al Señor sus ojos para mirarte como Él te mira y pídele que su espíritu te convierta en Jesús para gloria de Dios Padre, que sea Él el que actúe en ti, el que vaya en ti hacia los hermanos para su gloria y para bien de los hombres, tus hermanos.
 
·     Pon tu orden del día, tu hoja de ruta en sus manos para que sea su orden del día, su hoja de ruta. El Señor hace que unas cosas salgan y otras no sin saber cómo, y con paz. Eso es abandonarse a Él. Deja tus prisas y tus agobios en sus manos. Jesús estuvo treinta años en Nazaret haciendo una vida corriente y luego tres años predicando. Se vació de todo lo suyo, todo era de su Padre. “Felipe, tanto tiempo conmigo y aún no sabes…”
 
·     Que ese rato de oración que tienes sea el que quiere el Señor, que en cada etapa de tu vida le preguntes al Señor, le pidas al Señor: “Señor, dame el don de tener un ratito para ti, ¿cuándo y cómo quieres que sea ese rato de oración? Pero toda tu vida tiene que ser oración, el Señor vive en ti y contigo. Él hace contigo todo aquello que realizas en el día y hasta el sueño puede ser oración.
 
·      Da prioridad a “ser” y no al “hacer”. No pensar tanto en todo lo que tienes que hacer, sino vivir, vivir al Señor, dejar que el Señor viva en ti y contigo.
 
·      Cuando por circunstancias no puedas orar, da al Señor esa situación. La oración es un don, pídelo. No dejar nunca la oración personal. Marca un tiempo y respétalo, ni por más, ni por menos. Solo tienes que dejarte amar. La fidelidad en la oración es solo del Señor.
 
·      Lo primero es la familia y cumplir tu obligación en el trabajo. El Señor quiere ir a tu trabajo, quiere estar en ti allí. Esa paz que has sentido es el Señor. Cumplir con tu obligación, también es oración si lo haces con el Señor. Sirve al Señor en tu familia, en los hermanos; y que también sea el Señor el que sirve: El Señor sirve al Señor.
 
·      Nuestros primeros pobres son los de nuestra casa, los de nuestra familia que nos necesiten. Intercede por ellos, atiéndelos, dedícales tu tiempo, tu oración es la presencia del Señor en ti para ellos, escuchándoles, atendiéndoles…
 
·       No se puede ser rígido con el tiempo de la oración y descuidar el servicio. Que toda tu vida sea oración.
 
·        Aunque en determinados momentos tengas menos tiempo para la oración personal, para la Eucaristía, que no te falte cada día un tiempo para la intimidad con tu esposo.
 

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