· Todo aquello del pasado o de lo que sea que te
produzca inquietud, tristeza, duda… es del espíritu del mal, recházalo, adora
al Señor, dáselo a Él y pídele el don de confiar en Él y surgirá una oración
preciosa y una unión con Él. Pedir el don de la simplicidad, de la sencillez.
Todas las complicaciones y agobios son tentaciones del enemigo. Que la palabra
“agobio” desaparezca de tu vocabulario.
· Tus agobios dáselos al Señor, y si son
remordimientos eso es del espíritu del mal, dáselos al Señor.
· En las tentaciones de dudas, de recuerdos, etc., que
son cosas del enemigo, acude a Jesús y dile simplemente: “Señor mío, Jesús mío,
Dios mío”, porque el enemigo puede llamarle Jesús, Señor y Dios, pero nunca
dirá “mío” y ante esto, huye. Donde está Jesús no puede estar el enemigo.
· Todo recuerdo del pasado; de pecados, de confesiones
del pasado, son tentaciones. Cuando vengan, inmediatamente acude al Señor y
deja de darle vueltas. Todo aquello que produce inquietud, duda, es del
espíritu del mal.
· Todo remordimiento, todo dar vueltas al pasado es
del enemigo. Dáselo todo al Señor en el momento y olvídalo, Él ya ha cargado
con ello en su cruz. Él lo ha soportado todo, nuestros pecados, nuestras
angustias, nuestras dolencias… todo lo ha llevado a la Cruz, si no se lo das no
le dejas que baje de la Cruz.
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