jueves, 20 de marzo de 2014

LA EUCARISTIA



·      La Eucaristía es un medio, no un fin, como todos los sacramentos, para que llegue a ti el reino de Dios, que es la vida de Dios en ti, del Padre, del Hijo y del Espíritu santo permaneciendo en ti y tú en Ellos.

       ·       La Eucaristía: si puedes ir todos los días, muy bien, pero que no sea nunca un cumplimiento, que sea una oportunidad que te da el Señor para unirte a Él en su ofrecimiento al Padre.

·             Si puedes, vete a la Eucaristía unos cinco o diez minutos antes de comenzar como preparación, es un don para vivirla mejor. Vivirla mejor es unirte al Señor en su ofrecimiento al Padre.

·             No hables a tus hijos de cumplimiento, de ir a misa… La Eucaristía es una invitación del Señor a celebrar con Él la ofrenda de su vida y de su muerte al Padre en remisión de nuestros pecados. Es la invitación a celebrar el amor inmenso del Padre que envió a su Hijo para salvarnos del pecado y de la muerte.

·             La consagración del pan es el momento de la crucifixión, y la del vino es el momento que toda la Sangre del Señor se derrama por toda la humanidad.

·             Vive la Eucaristía como si fuera la primera y la última de su vida.

·             En el ofertorio haz ofrenda de ti misma, y de toda la humanidad, al Padre en Jesús.

·             Vete a la Eucaristía con todos los pecados de los hombres pero en Jesús; son sus espaldas las que los llevan. Con Él ser pecado, para llegar a ser justicia en Él.

·             Eres su esposo, celebra en esta Eucaristía tus esponsales. Sé una esposa amante, eres única para Él.

·             Puedes celebrar tus esponsales no solo en la Eucaristía, sino cada momento del día. acude a Él cada momento.

·             Ofrecer la Eucaristía en acción de gracias, pero también como un día de la semana darle gracias concretamente por sus dones, por lo que hace en ti, en tu vida.



 a)  La comunión 
 
·             La comunión: una fusión con el Señor pero en fe. Lo importante es la fe, vívelo. Mírale ahí, en tu mano, al comulgar, es el más bello de los hombres, es tu Esposo, tu hermano, tu amigo, se funde contigo, vive en ti. Sí, te está mirando continuamente, no dejes de mirarle tú.

·             La comunión espiritual: una de las formas de hacerla es cuando le pides que te posea, que obre en ti.

·             En la comunión no solo lleves contigo a los tuyos, sino a toda la humanidad.

·             En la comunión, háblale a Jesús, pero escúchale, es más importante escucharle.

·             La comunión es más que un abrazo, es una fusión. Es el contacto de los que se aman: Jesús y tú.

 

b)  El sacerdocio real

 

·             Vive tu sacerdocio en la Eucaristía unido al del sacerdote que celebra, que es Cristo. Ofrécete a ti misma, a los que te rodean, a toda la humanidad, los trabajos, los sufrimientos… y después ofrece cada momento del día.

·             Ejercer nuestro sacerdocio común: (1 P 2, 4-10) “… para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. (Ap 1, 6) “… ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dos y Padre”. (Como sacerdotes, unidos en Cristo Sacerdote, ofrecerán a Dios el Universo entero en sacrificio de alabanza).

·             Has de ejercer el sacerdocio común en la Eucaristía, presenta los pecados de toda la humanidad, sé Cristo cargando con todos los pecados del mundo, ofreciéndote al Padre. Repite por dentro las oraciones, menos las de la consagración, pon a toda la humanidad en las ofrendas, pon todos los sufrimientos de la humanidad allí en el vino. Siéntete Cristo ante el Padre.

·             No solamente has de ejercer el sacerdocio común, sino también has de ser profeta y rey. Cuando no lo cumplimos deberíamos confesarnos de ello:

o   Ser sacerdotes en Jesús es ofrecer las veinticuatro horas del día al Padre.

o   Ser profeta en Jesús es comunicar la esperanza que vives.

o   Ser rey en Jesús es servir y amar a los demás en Cristo.

·             Si algún día no puedes acudir a la Eucaristía no te agobies, no hagas obligaciones, tu Eucaristía tiene que ser las veinticuatro horas del día. Lo que no te puede faltar es un rato de oración. Pídele al Señor que organice tu tiempo.

·             La unión con Cristo Sacerdote: Debes ofrecer al Padre en Él todos los pecados de los hombres para que Él los perdone con su amor misericordioso. Que sea Jesús en ti el que ofrezca al Padre todas las horas de tu día, incluso durmiendo.

·             Que toda tu vida, las veintitrés horas y media que no son Eucaristía, sean tu sacerdocio; que todo, trabajo, oración, sueño… sean una acción de gracias, un ofrecimiento de toda tu vida a Dios en Jesús. Todos los momentos son del Señor. El Señor te llama a eternizar cada momento viviéndolo con Él.

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