· Lo primero que has de hacer es amarte a ti misma
como eres, con el amor del Señor que te ama con tus miserias.
· Tú no puedes amar, sólo Él con su amor hace que le
ames a Él, que te ames a ti misma y que ames a los hermanos. Ponte ante el
Señor y déjate llenar por su amor.
· No tienes amor si no vas a llenarte de su amor para
amarle a Él y a los hermanos. Ábrete a su amor. El Señor tiene sed de ti, de tu
amor y del de los que te rodean. Ámale a Él en los hermanos.
·
Sí, aunque solo existieras tú, Él hubiera muerto de
la misma manera por ti, por tus pecados, por tu salvación.
· Pídele que te enamore cada día: vuelve cada día al
primer amor. Y ¿qué significa eso? Significa volver a dejarte llenar por su
amor y con ese amor amarle a Él y amar a los hermanos.
· Déjate amar por el Señor, sin intentar pensar nada,
sin intentar sentir nada, solamente déjate amar.
· No “hablar” de su amor, “ser” amor en Él. Habla de
su amor cuando te pregunten, cuando Él te lo ponga.
· Sí, el Señor es amor, y el Señor está en ti, y pedir
el amor no es egoísmo. Necesitas su amor para amarle a Él y para amar a los
hermanos.
·
Dios no ha hecho a cada uno de una forma y nos ama a
cada uno de una forma especial, única, y pone en cada uno unas necesidades y
unos deseos de amor que Él quiere colmar, que va a satisfacer en plenitud allá
en el cielo.
· El Señor te sana, el Señor te cura con su amor. Pide
el don de la confianza y fíate.
· Vive de la ternura de Dios, de su misericordia.
· Si ves un minusválido, un mutilado… y sientes deseos
de alabar a Dios, es porque ellos son los primeros en su amor, porque en ellos
hay una presencia privilegiada del Señor.
· Amor efectivo y amor afectivo: Amas con amor
afectivo cuando sientes espontáneamente ese amor por el hermano. Amas a un
hermano con amor efectivo cuando puedes pedir al Señor por él, cuando puedes
alabar al Señor por Él, por lo que ha hecho y por lo que va a hacer en él,
aunque sientas dolor por lo que ha hecho, aunque sientas rechazo por ello.
· Dale gracias por aquellas personas que al sentir que
las rechazas, te hacen acudir a Él y pídele que Él las ame en ti.
· El Señor quiere que seamos hermanos, no “primos”.
Hemos de dar limosna, ayudar al hermano, pero sobre todo ayudar educándole para
que él sea capaz de mantenerse a sí mismo. Pregúntate, en cada situación que se
te presente; ¿cómo actuaría Jesús en él?
· Amigos… se pueden contar con los dedos de una mano y
sobran dedos. Amigo, amigo, solo Jesús.
· Respeta a cada hermano en su forma de ser. Considera
siempre superiores a los demás. Es que lo son.
·
El Señor te dice: “Tienes mi mirada para mirar.
Tienes mi amor para amar. Tienes mi vida para transmitir vida”.
·
Morir de amor es morir a tu yo. Vaciarte de ti mismo
para que te llene solamente el amor del Señor.
· El Señor te ama de una manera especial y desea ser
consolado por ti. Te sorprenderías de la cantidad de gente que hoy desea
consolarle. (Sta. Gertrudis. Tres formas de consolar al Señor: ofrecer las
pequeñas cosas de cada día, desear tener deseos y mirar con amor al crucifijo.
· Él está llamando a tu puerta continuamente. Cada vez
que le abres, cada vez que le dices. “Ven, Señor Jesús. Ven, poséeme. Ven, te
necesito”. Él entra y se une contigo.
· El Señor es tu Esposo. Tú estás profundamente
enamorada de Él, pero Él está mucho más enamorado de ti que tú de Él. El Señor
te ha consagrado.
· Cada vez que te acuerdes, dile que querrías estar
acordándote de Él cada instante y dile que le amas, dile cosas bonitas. Él es
tu Esposo. Lee, haz oración con el Cantar de los Cantares, ahí encontraras las
palabras de amor del Señor para ti.
· No tienes que buscar tú la ternura del Señor, solo
tienes que a un cumplimiento pedírselo
como una pobre. ¿Qué prefieres los dones del Señor o al Señor de los dones?
Busca al Señor que lo tienes dentro de ti.
· Si el Señor quiere darte sus sentimientos gózalos,
aprovéchalos, pero no quieras buscártelos por ti misma. Lo importante es vivir
de fe.
· El Señor es tu Esposo, te da toda su ternura, te ama
infinitamente, te abraza, se funde contigo, te posee. Tú solo tienes que
decirle. “Aquí estoy, Señor, hágase tu Voluntad en mí”.
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