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· No te quejes por estar en el desierto. Por ver a
otras personas que se emocionan y tú no: la fe es lo único importante, el
sentimiento es una etapa. Ya no estás en la época del noviazgo, ahora eres la
esposa que debes reconquistar a la esposa cada día, ser nueva, dejarte hacer
nueva cada día por Él. Déjate poseer por Él plenamente, ser un solo cuerpo y
una sola alma en Él. Y con Él da a luz almas, que es llevarlas a Jesús y
amamántalas, aliméntalas que es darlas cariño, trabajar, hablar, etc., que
ellos se sientan bien porque les transmites a Jesús. Cuando beses, sonrías,
hables, etc., deja que sea Jesús el que lo haga.
· Cuando sientas deseos de huir de la oración, date cuenta de que no es “tu oración” es entrar en la oración de Jesús al Padre por la acción del Espíritu.
· Si sientes esa frialdad por dentro, métete en el regazo del Señor, siéntete abrazado por el Señor y desaparecerá toda frialdad y toda tentación.
· La sequedad puede ser una etapa en la que el Señor quiera despojarte de cosas que te sobran: “Solo Dios basta”. Lo dice Sta. Teresa, lo dice S. Pablo y lo dice Jesús en el evangelio. Todo esto tienes que transmitirlo, el Señor da los dones para que seamos transmisores suyos. Que seas luz para los hermanos.
· Vuelve a leer libros que te lleven al Señor y no dejes nunca la oración personal, la oración de la iglesia, pero hazlo con Jesús, en Jesús.
· La oración de la iglesia: No la tomes como una obligación sino como una cita con el Señor. Hazla siempre desde Jesús que alaba al Padre.
· Claro que en los momentos de tensión te sientes más cerca del Señor, pero también hay que vivir los momentos de relajación, en ellos da gracias y alaba al Señor por sus dones o por él mismo.
· La desolación en la oración: Ofrécesela al Señor, es tu pasión vivida en Él.
· Quizás has caído en la rutina en la oración. Estrena al Señor cada día, Él es nuevo cada día. Vive todo el día con el Señor.
· El ver tu incapacidad es la oportunidad de que el Señor agrande tu capacidad de Él. La incapacidad de vivir en su presencia en todo momento es para que avives su esperanza en Él.
· Estar en aridez, en desierto, eso es bueno. Salmo 26: “Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me ocultes tu rostro… A veces el Señor se oculta.
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