· Cada vez que hablas de un hermano, cada vez que haces mal a algún hermano, es a él al que se lo haces, pero también es a Jesús al que persiguen en ti cada vez que van en contra tuya. Yo soy Jesús al que tú persigues.
· Cuando sientas que el Señor pone en tu corazón las
palabras: “No digas nada negativo de nadie”, “no te quejes”. Dile: “Señor, que
me deje convertir por ti, que yo no puedo nada”.
· Encomiéndate al Señor cada vez que te encuentres en
una situación de comentarios negativos o juicios y escuches que el Señor te
dice: “No juzgues, no te sientas superior a nadie”. Y dile: “Señor, solo tú
puedes juzgar”.
· Los comentarios negativos pueden ser juicios. Si te
ocurre hablando con otras personas debes decir: “no podemos juzgar a nadie”.
Escucha al Señor que te habla en lo interior e intercede por aquellas personas
o situaciones.
· Ver las cosas negativas, sí, (un cristiano no tiene
que ser un tonto), pero juzgar, nunca. Si te das cuenta cuando estás hablando,
párate en seco y di: “perdonad, pero no puedo juzgar”.
· “No juzgues”. Escucha la voz interior que te
corrige, que te guía. Ante el juicio hay que tener discernimiento: todo lo que
te quita la paz es de enemigo, dáselo al Señor y confía.
· Ante las tentaciones de juzgar… piensa: esa persona,
en mi lugar, con todo lo que me has dado a mí seguramente sería santa, y yo
¿cómo sería en sus circunstancias?
· Es el enemigo el que te incita a los comentarios
negativos y también es de él el que sientas pesar por haberlo hecho. Todo lo
que te quita la paz es del enemigo.
· Cuando veas algún defecto en tu hermano pide por él
al Señor para que le cure. No juzgues nunca al hermano, solo puedes juzgar unos
hechos.
·
No tienes que ser negativa y castigarte a ti misma.
No puedes juzgar a nadie, ni a ti misma, porque ya no estás en las
circunstancias de entonces. Sé positiva en todo.
· Todos esos diálogos contigo misma en los que te
desprecias y te autodestruyes son del demonio, no son de Dios. Si cuando veas
tu pobreza acudes al Señor, eso mismo se convierte en oración, así Él se une
más a ti.
· No seas negativa ni te fustigues, distraerte sin quererlo no es ningún pecado, pero en lugar de decir: “como soy”, “mira mi pobreza”, etc., dale gracias y alábale, porque ha hecho que te des cuenta de que estás distraída y que vuelvas a Él.
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