jueves, 20 de marzo de 2014

EL LEGADO ESPIRITUAL DEL P. SANTIAGO GAMINDE ZALLO

 
 
 
 (Tomado del libro “Santiago Gaminde Zallo, UN HOMBRE DE DIOS” editado en Santander (España) en octubre de 3013 por Teresa Rabanal García y depósito legal SA-570-2013

 La vida de D. Santiago podemos resumirla diciendo: Entregó su vida y hasta el último minuto de ella a su ministerio sacerdotal. Vivió con, para y por Dios.

Para sus hijos espirituales su legado espiritual es su palabra y su ejemplo de vida. Esta entrega se hizo manifiesta, de manera especial, en su pastoreo de las almas, lo que conllevaba la dedicación de muchas horas del día y de la noche a la atención de todas aquellas personas que acudían a él en busca de escucha, consejo, orientación y ayuda a través del Sacramento de la Reconciliación y en la Dirección Espiritual, tanto en el confesionario como en su casa, incluso en los momentos más duros de su enfermedad. Escuchaba sin prisas y después hablaba a la persona transmitiendo las palabras que el Señor ponía en su corazón para cada uno. Se salía de ese encuentro con paz, con alegría, encontrando en los ojos de D. Santiago la mirada misericordiosa de Jesús; habiendo experimentado el amor del Señor que te ama como eres, con todas tus miserias. El Señor le había concedido un don especial para llevar a cabo la Dirección Espiritual.

 

Yo no soy tu Director

Él siempre decía, y repetía una y otra vez:

·        Yo no soy tu director espiritual, tu director espiritual es el Señor, yo solo os transmito lo que el Señor me dice.

·        Si encuentras otro sacerdote que te lleve más al Señor, eres completamente libre de acudir a él. No lo olvides.

·        Si en algún momento percibes que lo que digo son palabras de Santiago, no hagas caso de ellas, haz caso solo de las palabras del Señor.

Al llegar a la catedral y antes de empezar las confesiones, su oración era: “Padre, en el nombre de tu hijo, envía tu espíritu que me convierta en Jesús, para ser gloria, alabanza, bendición, acción de gracias y adoración de ti, Padre, y para el bien de mis hermanos los hombres. Que seas tú, Señor, el que atiendas a todos aquellos que vengan al confesionario”.

Al terminar la Reconciliación, muchas veces oraba en lenguas antes de darte la absolución, y si el Señor se lo concedía, te comunicaba lo que el Señor te quería decir.

 

El Señor hablaba a través de él

Las siguientes frases están sacadas de los consejos que él daba a los que recibían el Sacramento de la Reconciliación, recogidas por varias personas. Son las palabras que el Señor ponía en la boca de Santiago para guiarnos en su camino hacia Él. Han sido repartidas en una serie de apartados por temas, con el fin de facilitar su lectura. Este “legado” está pensado para ser leído y meditado pausadamente de forma que nos sigua orientando y alimentando espiritualmente.


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Damos gracias a Dios por estas palabras que D. Santiago nos dijo y que continuarán presentes en nuestro corazón de por vida. Estamos seguros de que seguirán orientándonos. Deseamos que sirvan también a todas las personas que directa o indirectamente lleguen a conocerlas.

 

Para mayor Gloria de Dios.

 

ACTITUDES PENITENCIALES

 

·      Ora con el salmo 40 (39) dejando que sea Él el que ore en ti el tiempo que sea y que Él toque tu corazón con sus palabras.

·      Pide al Señor su humildad y su sencillez, que Él lo sea en ti. Pide que haga que Él sea lo más importante para ti en tu vida. Que tu gozo sea vivir en Él todas las circunstancias de tu vida.
 
·      Penitencia: vive la alegría del Señor en ti.
 
·     Vete unos minutos ante el Señor para escuchar qué quiere decirte de lo que hemos estado hablando.
 
·      En la Eucaristía desnúdate de todas tus cosas ante el Señor para que Él te posea, y dile: “Señor, hágase tu Voluntad en mi vida”.
 
·      Vete cinco minutos ante el santísimo, sin pensar en nada, dejándote amar por el Señor, o la Trinidad entera, y luego, al segundo siguiente, devuélveles ese amor. Dile al Señor: “Te amo con el amor que Tú me regalas.
 
·     Antes o después de la Eucaristía, estate cinco minutos dejando que el Señor te haga compañía, así te aprovechará verdaderamente la Eucaristía.
 
·      Pide al Señor el gozo de gozar de Él. Como penitencia, goza de Él.
 
·      Quédate cinco minutos ante el sagrario para que el Señor te acompañe y también reza el Magníficat con María en acción de gracias al Señor.
 
·     Reza el Magníficat con Jesús y María al Padre deteniéndote en cada versículo.

LA PALABRA DE DIOS

 

·      La palabra de Dios no es solo la Sagrada Escritura, también tú eres Palabra de Dios para el hermano en la medida que participes de Él. Solo Él es la Palabra Encarnada y tú lo eres con Él si le dejas que viva en ti.
 
·      Siempre que leas la Biblia, antes, en unos momentos, pide al Señor que sea Él el que la lea.
 
·      Cada día, en la oración, después de hacer la lectura de la Palabra da gracias al Padre desde Jesús por lo que te haya dicho a través de ella.

ADVIENTO y NAVIDAD



·        Acude a San José para que limpie y acondicione tu cueva de Belén y el pesebre, que es tu corazón, para que nazca Jesús esta Navidad y cada día en Él.
 
·        Siéntete miseria, cueva de Belén… Pídele a San José que barra tu cueva de las basuras, de las telarañas, para que pueda nacer Jesús en ella. Cuanto más mísera te veas, tanto más necesitada estarás de la misericordia. Ábrete a la acción del Señor y Él te sanará completamente .
 
·        Navidad es estar con los hermanos, es estar de corazón con los hermanos incluso cuando no puedes estar en su presencia física.

·        Vive los misterios del nacimiento de Jesús, adora, contempla, pide la fe.

·        Entra dentro de ti y vive los misterios de la Navidad, que seas la pastora, la ovejita, la cueva, el pesebre y las pajas, pero piensa que eres mucho más que eso, ellas sostenían al Señor, pero en tu caso tu carne, tu piel, tus ojos, tu pelo… toda tú eres Jesús. Déjale actuar en ti, déjate usar por Él.

LA ALABANZA Y LA ACCIÓN DE GRACIAS





·        La alabanza debe ser siempre al Padre desde Jesús que habita en ti por obra del Espíritu Santo. Por eso la alabanza es siempre trinitaria. Los tres están en ti, nunca estás sola cuando alabas. Le alabas porque te ha liberado y a la vez la alabanza te libera, te salva, te da paz, te da gozo.

·        La alabanza: Es dejar que Jesús, por medio de su espíritu, alabe en nosotros al Padre.

·        En la oración de cada día deja que Jesús alabe al Padre por lo que Él es, por cada cosa de la creación, por lo que hace en nuestra vida, por cada hermano… Deja un rato para la alabanza en lenguas, la oración en lenguas, el canto en lenguas, la adoración…

·        Darle gracias por sus dones es la posibilidad de que se multipliquen esos dones.

·        La acción de gracias por todo. Donde hay acción de gracias el Señor derrama muchas más gracias.

·        Dale gracias al Señor, alábale por todo, por los hermanos. Alábale por los hermanos por los que sientes algún rechazo, o por aquellos que te hacen daño. Alaba a Dios por ellos y en ellos por lo bueno que les ha dado y por lo que les va a dar, y pídele al Señor para que lo malo lo cambie en bueno.

·        Dale gracias, alábale también por la tentación, por las gracias que te da para vencer, para desechar esa tentación, por vencerla El en ti.

·        Que los recuerdos no te lleven a la tristeza sino a la alabanza, a la intercesión. No vivas en el pasado ni en la preocupación del futuro. Vive el momento presente que es donde está Dios, que es el único momento que te une a Dios.

·        Da gracias al Señor porque hace que te des cuenta de que estás distraída, de que eres pobre, de que le necesitas para todo, hasta para lo más insignificante; y alábale en lugar de entristecerte al ver tus miserias. Dile: “Gracias, Señor, porque me dices que no me mire tanto a mí misma, que te mire a ti y te alabe”.

·        Sé agradecida, Él ha pensado en ti y te ha amado aún desde antes de la creación del mundo.

·        Tenemos que alabar al Señor por lo que es, por lo que hace y por lo que dice. La alabanza lleva a la adoración, y la adoración a la contemplación.

SER TESTIGO

 

 ·        Eres testigo con tu vida. La alegría es el mejor testimonio.
 
·        Proclama la obra de Dios en ti. Comunica lo que vives a los que te rodean. Tienes que comunicar las curaciones que Dios hace en ti. Evangeliza con el testimonio de tu vida.
 
·        Evangelizar es entregar a Jesús. De tu seno brotarán ríos de agua viva. Viviendo en Jesús, todo es entregar a Jesús a los demás, alimentar a los demás. Evangelizar hasta los confines de la tierra… eso quiere decir allí donde te muevas.

·        Somos fecundados por el Señor para dar a luz a los hermanos, para alimentar a los hermanos, a aquellos que el Señor te ponga, no quieras ir tú a buscarlos por tu cuenta. Que tu familia, todos los que te rodean, yo mismo (Don Santiago, necesitamos que nos alimentes. Que cuando acudís a la dirección espiritual es una forma de que me alimentes a mí. Que todos somos pobres en algún aspecto y es ahí donde necesitamos que nos alimenten.

·        Has de comunicar a los hermanos lo que el Señor hace en tu vida, has de ser testigo, deja que Jesús sea el testigo.

·        La enseñanza en la oración del grupo tiene que ser vida, experiencia de Dios.

·        Cuando les digas a tus familiares; “te amo”, es Jesús el que se lo dice; cuando les llames, es Jesús; cuando les beses, es Jesús… No ocultarte si vas a orar…dilo.

·        Acoger Por amor, ese es tu testimonio.

·        Pide la valentía de ser testigo cuándo, cómo y dónde Él quiera. No es dar testimonio sino ser testigo.

·       Has de ser testigo, ser luz, la luz del Señor, las 24 horas del día viviendo en el Señor. No es necesario ir hablando todo el tiempo, solo en los momentos que te ponga el Señor. Tu vocación es ser testigo con tu vida, allí donde el Señor te ha puesto. Pero el que actúa es Él.

·        Si ves que hablando con tus hijos, hermanos, etc., no va a servir de nada sino llevar a discusión, no digas nada, respeta, ama, e intercede por ellos. El testimonio no es lo que digas sino tu actitud hacia ellos y ante la vida.

·        Habla a tus hijos, familia… de lo que vives, no dándoles lecciones, ni diciéndoles lo que tienen que hacer, sino lo que ha significado y significa el Señor para ti. Pide al Señor la ocasión y las palabras. Si te guardas solo para ti los dones del Espíritu santo, se pudren,

·        Está bien lo de pedir al Señor, úsame para tu evangelización, pero no la segunda parte: ¿tendré que colaborar…? Eso sería obra tuya. Evangelizar es amar con el amor que Jesús ha puesto en ti primero, es mirar con la mirada de Jesús, es ayudar al hermano, trabajar… viviendo en Jesús. Eso es evangelizar en tu medio ambiente, ahí es donde debes evangelizar.

LA INTERCESIÓN

 



·        Suplicando e intercediendo por los hermanos te conviertes en su madre, das vida, la vida de Dios. Intercede ante el Padre desde Jesús. Has de ser intercesora en Jesús, con Jesús. No te puedes cansar.


·        Maternidad: cada vez que acoges a alguien, que escuchas a alguien, engendras hijos. Cada vez que hablas de Señor a alguien, alimentas, amamantas a ese hermano.

·        Virginidad: no es lo mismo que pureza. Pureza es no pecar contra el sexto mandamiento. Virginidad es dejar que Él te posea, que tu cuerpo sea su cuerpo, que tu alma sea su alma, que tu espíritu sea su Espíritu. Es ser suya sólo. Que Él viva en ti, Él que es el Santo, la Verdad y la Vida.

·         La intercesión ha de ser desde Jesús en ti al Padre. No es cuestión de cuantas veces lo hagas sino que lo hagas sintiéndote Jesús.

·         El Señor cambia tu corazón por el Suyo para que acojas con misericordia a todos los que están en tu corazón, a todos lo que te rodean. Él cambia tu corazón de piedra por uno de carne, el suyo. Ora por todos ellos con confianza.

·         Ninguna oración se pierde si es oración de Jesús desde ti al Padre.

·         Pide por los sacerdotes, lo necesitamos, muchos están solos, desanimados… y no dejes de pedir por mí.

·         No olvides que tus pobres más pobres son los de tu casa, no tienes que ir a buscarles lejos, ellos necesitan que les ames con el amor del Señor.

·         No tienes que angustiarte por tus hijos, nietos, toda tu familia, amigos…ponlos en las manos del Señor, piensa que los llevas al Señor, que contigo oran, que contigo comulgan…

·         Cuando aparezca en tus sueños una persona, intercede por ella y da gracias por ella. Y si es un difunto pide por él en la eucaristía, o reza un padrenuestro.

·         Si te viene a la mente alguien que conozcas, o que no conozcas, intercede o da gracias por ella.

·         Intercesión y oración en lenguas. Cada día puedes anotar los nombres de aquellos por los que debes interceder y cuando vayas a la oración intercede en lenguas con cada nombre.

·         Intercesión por toda la humanidad, en especial ante la inmoralidad de la sociedad de hoy día. En Jesús llevas sobre ti los pecados de la humanidad y se los presentas al Padre: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Señor, ten misericordia.

·         La intercesión puede ser en general o en particular. Puede ser por aquellas personas que ponga el Señor en tu corazón. La intercesión en lenguas es la mejor, y siempre de Jesús al Padre.

·          Pide por los que nadie pide y por las benditas almas del purgatorio.

·         Ora por aquellos que calumnian, pero que no te agobies. Dios es más fuerte.

·          Tú también te llamas Yehosua. Yahveh salva, para ser en Jesús salvador de los hombres y eso lo harás siendo sacerdote con el sacerdocio real ofreciendo al padre en Jesús las veinticuatro horas del día, siendo profeta, anunciando la esperanza en que tú vives y rey sirviendo a los hombres en la caridad.

·          Cuando alguna persona te cuente sus penas o sus problemas, háblale desde el Señor y si no tienes nada que decirle, pide al Señor que interceda por ellos ante el Padre con su amor, su misericordia, su ternura…

·         Se intercesora con Él y en Él, pero no hagas tuyos los problemas de los demás, ten compasión y preséntaselos al Señor e intercede. Pide la compasión, la misericordia, para los demás y para ti misma. Que Él sea compasivo y misericordioso en ti.

·         Que no nos quedemos en la crucifixión, en Cristo muerto en la Cruz, sino que pasemos a la Resurrección, si no, vana es nuestra esperanza. Estamos resucitados en Cristo y estamos sentados en Él a la derecha de Dios Padre; y allí está intercediendo por nosotros. Intercede desde Él al Padre por las necesidades de todos los hombres.

·         Alégrate, gozar con la conversión de los hermanos es un don del Señor. Con esa conversión ganas también tú si estás unida a ese hermano en Jesús. Es la Comunión de los Santos.

·         Lleva a tus hijos, nietos… a la oración, a la celebración de la Eucaristía, a la comunión… Ora y alaba al Señor por los hijos, por las situaciones de los hijos, por las buenas y también por las malas. Ora por tus familiares difuntos, especialmente en la eucaristía.

·         Dejemos que el Señor ore e interceda al Padre por todos los que nos rodean y por nosotros, para que nos haga humildes.

·         Has de ser intercesora, tienes muchos hermanos por los que interceder, no puedes dejar de hacerlo y no puedes disculparte pensando que Jesús es el Sumo Sacerdote y ya lo hace Él. Pero tú también debes hacerlo pidiendo a Jesús  que lo haga en su Nombre, o al Padre en el nombre de Jesús.

·         Intercede: lo que pidáis al Padre en mi Nombre… lo que me pidáis en mi Nombre lo concederé. Lo que pidamos en su Nombre es lo que pidamos en la Voluntad de Dios.

·         La intercesión es una entrega a los hermanos y en ella tú eres el canal de su Amor para ellos, pero tú también sales beneficiado cuando dejas que te utilice, que sea Él el que interceda ante el Padre, y cuando estés a la escucha del Señor para darles su palabra, que sea también Él en ti.

·        En el ministerio de intercesión, ha de ser el Señor el que interceda en ti al Padre por las necesidades de los hombres. El Señor te dice. “Abraza a toda la humanidad, al mundo entero. No temas, Yo alargo tus brazos porque tus brazos son mis brazos”.

·        Cuando leas o veas las noticias, en lugar de quedarte en el sentimiento negativo, preséntaselo todo al señor y pídele que Él interceda ante el Padre por todo ello.

·        Intercede por los sacerdotes para que sean santos, y en general por el mundo, no lo dejes en el olvido, llévalos a todos en el corazón a la oración, en la eucaristía, y en especial sigue intercediendo por mí para que me haga santo.

·        Pide al Señor: “Derrama tu sangre preciosa sobre aquellos que están en mi corazón”: yo también lo pido.

 

LA INTERCESIÓN DE MARÍA


·        Pide a la Madre no sólo que ella sea tu intercesora, sino que te haga intercesora con ella.

·        Pide a María que venga a ti a enseñarte a amar a Jesús, a tratar a Jesús.

·        Acude a la Madre, ella es la intercesora, la mediadora de todas las gracias. El camino para ir a Jesús.

·        Pídele a María que te enseñe a amar a Jesús, que te enseñe a ser madre como ella, a ser hija del Padre como ella.

·        No importa si no acabas el rosario. Presta atención a cada misterio y deja y deja que María presente sus peticiones al Padre. El rosario es otra forma de oración.

·        Jesús nos lleva a María, y María a Jesús. Jesús es la imagen de María, su Madre y María desaparece para dejar lugar a Jesús.

 

EL AMOR


·      Jesús te ama, tú no tienes que hacer nada para que Él te ame, sólo dejarte amar.

 
·      No tienes que esforzarte por amar a Dios, Él te ama como eres, así de pobre y pecadora, sólo tienes que dejarte amar. Él te reviste de si mismo, de su perfección, de su santidad.
·      Lo primero que has de hacer es amarte a ti misma como eres, con el amor del Señor que te ama con tus miserias.
·      Tú no puedes amar, sólo Él con su amor hace que le ames a Él, que te ames a ti misma y que ames a los hermanos. Ponte ante el Señor y déjate llenar por su amor.
 ·      No tienes amor si no vas a llenarte de su amor para amarle a Él y a los hermanos. Ábrete a su amor. El Señor tiene sed de ti, de tu amor y del de los que te rodean. Ámale a Él en los hermanos.
 ·      Sí, aunque solo existieras tú, Él hubiera muerto de la misma manera por ti, por tus pecados, por tu salvación.
 ·      Pídele que te enamore cada día: vuelve cada día al primer amor. Y ¿qué significa eso? Significa volver a dejarte llenar por su amor y con ese amor amarle a Él y amar a los hermanos.
 ·       Déjate amar por el Señor, sin intentar pensar nada, sin intentar sentir nada, solamente déjate amar.
 ·       No “hablar” de su amor, “ser” amor en Él. Habla de su amor cuando te pregunten, cuando Él te lo ponga.
 ·      Sí, el Señor es amor, y el Señor está en ti, y pedir el amor no es egoísmo. Necesitas su amor para amarle a Él y para amar a los hermanos.
 ·      Dios no ha hecho a cada uno de una forma y nos ama a cada uno de una forma especial, única, y pone en cada uno unas necesidades y unos deseos de amor que Él quiere colmar, que va a satisfacer en plenitud allá en el cielo.
 ·      El Señor te sana, el Señor te cura con su amor. Pide el don de la confianza y fíate.
·       Vive de la ternura de Dios, de su misericordia.
 ·       Si ves un minusválido, un mutilado… y sientes deseos de alabar a Dios, es porque ellos son los primeros en su amor, porque en ellos hay una presencia privilegiada del Señor.
 ·     Amor efectivo y amor afectivo: Amas con amor afectivo cuando sientes espontáneamente ese amor por el hermano. Amas a un hermano con amor efectivo cuando puedes pedir al Señor por él, cuando puedes alabar al Señor por Él, por lo que ha hecho y por lo que va a hacer en él, aunque sientas dolor por lo que ha hecho, aunque sientas rechazo por ello.
·     Dale gracias por aquellas personas que al sentir que las rechazas, te hacen acudir a Él y pídele que Él las ame en ti.
 ·     El Señor quiere que seamos hermanos, no “primos”. Hemos de dar limosna, ayudar al hermano, pero sobre todo ayudar educándole para que él sea capaz de mantenerse a sí mismo. Pregúntate, en cada situación que se te presente; ¿cómo actuaría Jesús en él?
·      Amigos… se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos. Amigo, amigo, solo Jesús.
 ·       Respeta a cada hermano en su forma de ser. Considera siempre superiores a los demás. Es que lo son.
·      El Señor te dice: “Tienes mi mirada para mirar. Tienes mi amor para amar. Tienes mi vida para transmitir vida”.
 ·    Morir de amor es morir a tu yo. Vaciarte de ti mismo para que te llene solamente el amor del Señor.
 ·      El Señor te ama de una manera especial y desea ser consolado por ti. Te sorprenderías de la cantidad de gente que hoy desea consolarle. (Sta. Gertrudis. Tres formas de consolar al Señor: ofrecer las pequeñas cosas de cada día, desear tener deseos y mirar con amor al crucifijo.
·     Él está llamando a tu puerta continuamente. Cada vez que le abres, cada vez que le dices. “Ven, Señor Jesús. Ven, poséeme. Ven, te necesito”. Él entra y se une contigo.
·     El Señor es tu Esposo. Tú estás profundamente enamorada de Él, pero Él está mucho más enamorado de ti que tú de Él. El Señor te ha consagrado.
 ·    Cada vez que te acuerdes, dile que querrías estar acordándote de Él cada instante y dile que le amas, dile cosas bonitas. Él es tu Esposo. Lee, haz oración con el Cantar de los Cantares, ahí encontraras las palabras de amor del Señor para ti.
 ·      No tienes que buscar tú la ternura del Señor, solo tienes que a un cumplimiento   pedírselo como una pobre. ¿Qué prefieres los dones del Señor o al Señor de los dones? Busca al Señor que lo tienes dentro de ti.
 ·     Si el Señor quiere darte sus sentimientos gózalos, aprovéchalos, pero no quieras buscártelos por ti misma. Lo importante es vivir de fe.
 ·      El Señor es tu Esposo, te da toda su ternura, te ama infinitamente, te abraza, se funde contigo, te posee. Tú solo tienes que decirle. “Aquí estoy, Señor, hágase tu Voluntad en mí”.